La Real Sociedad Económica
Sevillana de Amigos del País, es una de las asociaciones privadas más antiguas de Andalucía, desde sus orígenes en 1775, ha tratado de conciliar el interés de la sociedad
civil y el futuro económico del país. Sevilla, fue una de las primeras ciudades
españolas en asumir la invitación del Consejo de Castilla, al amparo e impulso
del Gobierno Ilustrado de Carlos III, para la fundación de una Sociedad
Económica. La personalidad de los socios
de esta Corporación, siempre se ha caracterizado por su interés en trabajar desinteresadamente
por los demás ciudadanos.
“La Económica”, como
abreviadamente se conoce a ésta Ilustre Sociedad,
es una gran desconocida para los propios sevillanos, sin embargo, la
Corporación siempre acogió a personas de gran categoría intelectual, con el
único fin de procurar progreso y mejoras para los ciudadanos, basadas en la industria,
la ciencia, la cultura y la educación.
La educación, ha
sido a lo largo de la historia uno de los pilares de la Corporación. Fundó
diferentes escuelas, de la original “Escuela Patriótica de Hilados” y más tarde
“Escuelas de Dibujo”, se dio paso a las que posteriormente se llamaron “Escuela
de Artes y Oficios”. El inicial “Colegio
Académico de Primeras Letras”, fue predecesor de las “Escuelas Normales de
Maestros”, posteriormente conocidas como “Escuelas de Magisterio”. De las
inicialmente llamadas “Escuelas de Amigas”, dedicadas a las enseñanzas de las
niñas y conocidas vulgarmente como “Las Migas”, se pasó a crear diferentes
“parvularios” por toda la ciudad. En 1803, nuestro Ilustre socio, D. José María
Blanco Crespo – Blanco White-, gran poeta sevillano puso en marcha patrocinado
por la Corporación la conocido como Academia
de Humanidades. Especial mención tiene la “Academia de Música”, que estuvo funcionando durante el siglo XIX y
primer tercio del siglo XX, germen del
actual “Conservatorio Superior de Música de Sevilla”.
En el aspecto
económico, cabe destacar entre otros muchos acontecimientos, la creación en
1842, siendo su Presidente D. Francisco Moreno Zaldarriaga, de la Caja de
Ahorros de Sevilla, en una sala habilitada del colegio San Miguel, propiedad
del Cabildo Catedralicio.
Son innumerables las
personalidades que han participado a lo largo de todos estos años en nuestra institución,
cabe destacar, sin ser excluyentes, su principal impulsor y primer Presidente
D. Pablo de Olavide, D. Melchor Gaspar de Jovellanos, el Marqués de
Vallehermoso, el Conde del Águila, D. Martín de Ulloa, el Marqués de
Montefuerte, D. Javier de Uriarte, D. Manuel María del Mármol, D. José María
Benjumea, D. Miguel Chacón, D. Alberto Lista, D. José María Ibarra y sus dos últimos
Presidentes D. Manuel Hoyuela Jiménez y el Dr. D. José María Hoyuela Jiménez.
Durante todo el
siglo XIX se suceden socios de alto interés para Sevilla, pero en el siglo XX,
también la Real Sociedad Económica acoge a un socio de vital importancia para
la Comunidad Autónoma Andaluza: D. Blas
Infante Pérez, ideólogo del Andalucismo, que con
frecuencia exponía sus ideas entre los socios de la Corporación.
Especial mención
tiene para dar a conocer la relevancia de la Real Sociedad Económica Sevillana
de Amigos del País, el trabajo académico realizado en los últimos años, por los profesores D. Francisco Aguilar Piñal, Dña.
Mª Consolación Calderón España, Dña. Mª Isabel Corts Giner, Dña. Ana María
Montero Pedrera y D. José Ignacio Cansino González, que con su paciencia y
sabiduría nos han permitido ordenar ideas e ilustrarnos en el camino de dar esplendor a nuestra Corporación y de cuyas obras se han
extraído estas páginas.
Las verdaderas
grandes empresas son las que tienen historias que contar, porque han hecho cosas
realmente grandes. La Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, tras
un pasado glorioso, busca desarrollar nuevas competencias y hacer frente a las
necesidades que plantea actualmente la sociedad. No podemos permitir que se
olvide la excelente y eficaz obra realizada por la Corporación en más de dos
siglos de historia, todo lo contrario, tenemos que seguir prestando nuestra
atención a ese pasado brillante, pero ese pasado tenemos que proyectarlo al
futuro, con las mismas grandezas de miras que lo hicieron nuestros antepasados,
es decir, apostando por el progreso y el bienestar de los ciudadanos.
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